Noviembre 21, 2024

Testigo del estallido social chileno, que lo vivió en Valdivia, y del colombiano, que lo está experimentando en la ciudad de Bucaramanga, en esta entrevista Zato, activista social colombiano, nos habla desde su experiencia de las diferencias entre ambos procesos.

Este tiempo ha sido un periodo particularmente complejo para Zato, (como prefiere que lo llamen para cuidar su identidad) dado que por su condición de descendiente palestino vio desde lejos como, nuevamente, la tierra de sus ancestros era atacada, y como colombiano está viviendo la represión a las movilizaciones, que aún no cesan.

Este administrador de empresas llegó a Valdivia en 2017 a hacer un intercambio en la Universidad Austral (UACh). Acá siguió su intenso activismo social, participando en distintas organizaciones como la Juventud Chileno-Árabe por Palestina, en cabildos por la Asamblea Constituyente y, tras el estallido, se sumó a la ONG Observa Los Ríos, dedicada a los Derechos Humanos (DD. HH) y visitó a los presos de la revuelta, y también se vinculó al movimiento mapuche.

¿Qué similitudes ves entre lo que sucede actualmente en Colombia con lo que se vivió en Chile el Octubre del 2019?

Yo creo que esto parte por una crisis sistémica, tanto en Chile como Colombia, y a nivel global, por eso, prefiero llamarlos procesos de revuelta o insurrección que no necesariamente parten en 2019, sino un proceso que ha ido expandiéndose como una red, que se manifestó en Francia en 2016 con el movimiento de chalecos amarillos y en España con el 15M.

Entrando al contexto creo falta diálogo en ambas partes, tanto Unidad Social en Chile como el Comité Nacional del Paro nunca se sentaron a dialogar con los jóvenes populares, que son los que están moviendo y cambiando las políticas desde lo social y colectivo, lo que se expresa con la Primera Línea, primeros auxilios, DD. HH., periodistas independientes, entre otros.

Las dinámicas de ambos gobiernos han sido las mismas. sentarse a negociar y dividir al movimiento social. También los sindicatos más grandes, con dirigentes muy acomodados al poder, transan mucho.

La diferencia que veo es que las violaciones a los DD. HH en Colombia han sido tan alarmantes, que han dificultado llegar a un acuerdo. De hecho, la Minga, que es el movimiento indígena, se salió de la mesa de negociaciones, porque pedía justicia por los hechos recientes.

En este sentido ¿ha sido distinta la represión en Chile que en Colombia? 

En Valdivia estuve como observador y allá los ritmos son mucho más lentos porque acá en Colombia estamos en un estado terrorista de alta intensidad. Aquí viví en dos días todo lo que viví en Valdivia en tres meses, y mucho más fuerte. Por ejemplo, un día que estábamos terminando nuestra jornada de observadores y a un compañero le rompieron la cabeza con un bolillazo (golpe con la luma) y aparte se lo llevaron detenido. Acá usan un lanzagranadas, que se llama Venom, que se debería a usar en altura, pero lo utilizan desde el suelo. Los gases son muy fuertes, queman inmediatamente los pulmones, lo que les ha afectado a embarazados y a los adultos mayores.

¿Cuál crees que será la salida a la crisis?

Esto va a llegar a un pick de agotamiento o mayor represión. Varios que estamos en los movimientos sociales, vemos que hay un riesgo alto de que Álvaro Uribe (expresidente colombiano) se tome el país con el Ejército y la Policía. El propio Uribe dijo en su Twitter que ordenó a los militares, que no permitan que se tomen las calles y que despejen los bloqueos. Por eso, la posibilidad de un autogolpe está siempre presente.

 

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