Noviembre 21, 2024

Después de más de un año de haber sufrido un trauma ocular que le quitó el 90% de la visión de su ojo derecho, Felipe Bórquez denuncia que Carabineros ha tenido una actitud muy poco colaborativa en su caso. “En los sumarios apenas se les hacen tres preguntas a los funcionarios que portaban escopetas esa noche y se cierra el proceso”, señala.

El caso del profesor de inglés, Felipe Bórquez, fue uno de los casos más simbólicos de la represión, tras el 18 de octubre en Valdivia. El episodio cobró notoriedad, porque se trataba de una persona que pacíficamente participaba de las protestas y sufrió un perdigón el 29 de octubre del 2019, que aún está alojado en su ojo.

En esta entrevista, Bórquez nos relata la nula cooperación de Carabineros, los daños que le ocasionó la mutilación en su labor docente y el inexistente apoyo estatal.

¿Cómo se ha seguido tu caso en tribunales?

Primero a través del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) se presentó una querella contra quienes resultarán responsables de mi lesión. Después la Fiscalía me llamó a declarar, pidió vídeos y fotografías, que obtuve en esos días. Me llamaron del Servicio Médico Legal para hacer algunos exámenes físicos. Actualmente, la carpeta investigativa lleva 700 páginas, pero el trabajo ha ido lento por la pandemia y la falta de recursos, especialmente porque no hay un departamento de la Policía de Investigaciones (PDI), dedicada a Derechos Humanos (DD. HH), y la fiscal que lleva mi causa no tiene dedicación exclusiva.

Pero en tu caso, ¿está clara la participación de organismos públicos en tu mutilación ocular?

No hay dudas que fueron Carabineros, pero aún no se sabe quiénes en específico. Ellos dijeron que había tres policías con escopetas antidisturbios esa noche, pero hace poco me dijo mi abogado que había seis más, aparte de esos tres. Por eso, estamos indagando por qué se ocultó información y quienes eran los que estaban ocupando escopetas. Tuve que llevar un scanner para comparar el perdigón que tengo alojado detrás de mi ojo el tamaño de los perdigones que disparaba Carabineros.

¿La Fuerza Pública ha tenido una actitud colaborativa con tu investigación?

En absoluto, he leído la carpeta investigativa y los sumarios que le han hecho a los funcionarios que estaban ocupando escopetas y consistía en un par de preguntas. “¿Usted salió con escopetas antidisturbios esa noche? Si. ¿La usó? No.” Y con eso se cerraba el sumario. Por eso, vemos que han estado ocultando información constantemente.

En nuestra región hay cuatro condenados por desmanes en el estallido, pero de las 158 querellas que interpuso el INDH, incluida la tuya, no hay ni siquiera un formalizado ¿cómo ves esa disonancia?

Tuve la oportunidad de hablar con Jorge Abbott, el Fiscal Nacional, quien me explicó que esto se debía a la falta recursos, pero también a una estrategia del Ministerio Público para no formalizar a los carabineros, cerrar las causas, y llegar a encontrar responsabilidades en los altos mandos. Pero para mí Abbott no es un gran referente, por eso no creo que eso sea tan así. Estimo que hay una visión política que busca demonizar las manifestaciones y el estallido social. Hay una institucionalidad que está funcionando para la impunidad de carabineros, militares y el gobierno.

¿Has recibido alguna ayuda del Estado por tu mutilación?

Nada.

¿El daño ocular te ha generado complicaciones en tu trabajo?

La verdad que sí. Por la pandemia todas las clases se hacen online y trabajar mucho con el computador, y el brillo de la luz, me complica muchísimo. Por eso, me costó mucho poder adecuarme al nuevo estilo de trabajo.

Incluso, comentabas que sufriste cierta discriminación por ser víctima de la violencia policial.

Si, la primera vez que me atendieron me dijo el médico: “¿andabas tirando piedras?”. Por eso, tenía miedo en ser discriminado. De hecho, sufrí el estigma que muchos pensaban que era Primera Línea o violentista. Pero no era así, yo solamente estaba protestando, aplaudiendo y gritando, pero como muchos sufrí la represión policial, que me dejó secuelas de por vida, sin que nadie aún se haga responsable.

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