Septiembre 20, 2024

Los profesores de filosofía cuando enseñan a debatir siempre ejemplifican con la falacia del hombre de paja, que consiste en construir un argumento que no apunta a la idea del interpelado, y solo busca atacar al contrincante empleando una sentencia falsa. La derecha en Chile ha construido un relato en base a esta falacia, y tan mal no le ha ido, han sido gobierno varias veces. Pero ¿por qué referirnos a esto?, primero porque en la Era de la Información caer en estas mentiras argumentativas son muy fáciles de desmontar y lo otro, que en sí mismo genera un gran peligro, ya que no faltarán los incautos que caigan en estas tramposas redes de la retórica. Un ejemplo de esto es el ministro vocero del gobierno, Jaime Bellolio, que durante esta semana muy sueltamente sostuvo: “esta idea de algunos de no querer nunca volver a una situación de regularidad es algo que daña a las personas más vulnerables del país.” Y concluye con la siguiente reflexión: “esta idea de seguir poniendo obstáculos por una cuestión política, me parece que es el camino equivocado, particularmente con la educación. El retorno a clases no tiene que tener una connotación política, tiene que tener una connotación de aprendizaje para los niños más vulnerables de nuestro país en donde el trabajo en aula es insustituible”. En ambos casos estamos en presencia de un vulgar timo. Veamos que, respecto al primer argumento, nadie ha sostenido esa idea, absolutamente nadie excepto él mismo y sobre el cierre de su intervención corresponde decir que adjudica a los trabajadores y trabajadoras una consecuencia de hechos que en principio depende de la gestión del propio ejecutivo.

La genialidad de los poderosos y las falacias argumentativas no son un mero chascarro, sino por el contrario ha sido una permanente construcción sofista para justificar las series de tropelías que ellos mismos han realizado con la educación y que no pocos le creen siguiendo como mantras. Entre este falso discurso, actualmente con la crisis sanitaria topamos fondo. Hoy las comunidades educativas necesitan liderazgo y recursos, ya que en base a solo declaraciones por la prensa no se puede solventar la desigualdad estructural que ha construido este modelo de Estado con la educación.

En todo esto la pregunta es clave, en el contexto de la pandemia ¿Qué ha hecho el ministerio y el actual gobierno para salvaguardar el bienestar de las comunidades educativas? La respuesta es sencilla y vergonzosa, absolutamente nada. La gestión y liderazgo de este proceso de regreso a clases se lo ha encomendado a los sostenedores y a las comunidades escolares, estas últimas ya han sido esquilmadas en sus recursos personales, tanto de las familias como de los trabajadores de la educación durante un año para alcanzar a superar la brecha digital que nos tiene empantanados.

En lo concerniente al Colegio de Profesoras y Profesores se ha sido enfático que debe haber garantías para el regreso, las cuales se pueden resumir en primer lugar en una inyección de recursos extraordinarios enfocados a la compra de aparatos tecnológicos para las familias más vulnerables, un mejoramiento de infraestructura a la educación pública y la entrega de insumos de protección sanitarios para las comunidades educativas. En un segundo término, el magisterio chileno a puesto de relevancia las condiciones sanitarias que consiste respecto a un posible regreso a clases debe realizarse en paso 4 a lo menos como señal de control pandémico, pero también de un giro en el enfoque curricular, los estudiantes hoy más que nunca deben desarrollar aprendizajes interrelacionados entre asignatura y tener una focalización en la educación física y artes, además de ser acompañados por un plan de acompañamiento socioemocional efectivo que pueda detectar posibles daños en el bienestar de nuestros niños, niñas y adolescentes. Si uno lo lee así, no se entiende cómo senadores y ministros del oficialismo se empeñan en construir un hombre de paja, que no ayuda en nada más que a una confusión para tratar de sacar réditos comunicacionales a una pésima gestión del señor Figueroa.

A semanas del regreso a clases en marzo, se suma además la otra pandemia, que es más mortífera que el Covid 19, cuyas consecuencias no solo impactan a los más cercanos, sino también comprometen todo el grado del desarrollo futuro de la nación. Estamos hablando de la desigualdad. Los sostenedores municipales asociados a la Asociación Chilena de Municipalidades (AchM) han confirmado que no regresarán a clases presenciales durante el mes de marzo, pudiendo extenderse en los meses siguientes, la justificación y bastante razón hay para ello, es sostener que aún no están dadas las condiciones sanitarias para que ello ocurra. Muchas regiones están con los hospitales cubiertos al máximo y con un personal de salud evidentemente desgastado. ¿Pero qué ocurre con el sistema privado de educación?, en ambas modalidades sean privados con o sin financiamiento del Estado, la potestad de abrir o cerrar un establecimiento desde el paso 2 corresponde al sostenedor. Si, leyó bien, sostenedor, las comunidades educativas en esta modalidad son un mero consejo consultivo sin atribuciones. ¿Cuál es el problema entonces? Que, ante la inexistencia de recursos focalizados y extraordinarios por parte del Mineduc a los establecimientos públicos, quienes correrán con ventajas en el aprendizaje serán los que justamente tienen más capital, tanto económico como cultural.

La desigualdad se refleja en una serie de aspectos, por ejemplo, en la calidad de las construcciones de las instituciones educativas, en el acceso que tienen los estudiantes a elementos tecnológicos, en el transporte hacia los lugares de estudio y también en quien puede estar al cuidado de estos niños, niñas o adolescentes. Es por ello por lo que se exige un mínimo, cómo es trabajar con honestidad y una acción decidida de quienes justamente tienen el deber de superar las brechas de desigualdad, y no hay nadie más que tenga el protagonismo para ello que el Estado.

Las comparaciones siempre son odiosas, pero en este caso cabe como anillo al dedo, ya que la población ha sido testigo de dos enfoques en un mismo Estado. Es así como el ministerio de salud ha desempolvado una política como corresponde, destinando los recursos preferentemente a las instituciones públicas y desarrollando un plan de vacunación que contempla que el día que se estaban vacunando los ancianos más pobres, lo estaban haciendo también los ancianos más ricos, porque ese es el deber del Estado, justamente de proteger a todos quienes habitan este territorio, pero que lamentablemente en educación no se ha hecho la tarea, y que se ha confiado en la falacia del hombre de paja para culpar a quienes durante décadas han defendido la educación pública. Ciertamente en estos días difíciles para las familias chilenas nos tocó un gobierno que opta por la inacción y la deshonestidad, en vez de hablar en serio y remediar el daño que el mercado en la educación ha construido.

Si después de la pandemia en educación no cambia nada, es porque el ministerio no aprendió absolutamente nada, y el daño será nuevamente asumido por los más vulnerables de nuestra sociedad.

Agregar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *